¡Oh, qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos! (Sal. 133,1), que esta alegría del estar juntos, al menos espiritualmente, se prolongue todos los días de nuestra vida.
Un cordial y afectuoso saludo, a todos los sacerdotes, seminaristas y personas amigas que visitan este espacio de “encuentro con los nuestros”, donde compartiré experiencias y vivencias cotidianas en mi estancia en la Ciudad de Roma, el “Corazón del cristianismo”, espero que sea de su agrado y nos sirva para mantenernos unidos como hermanos, que aspiramos un mismo Ideal. Los encomiendo en mi oración y reciban un saludo pascual, que la Alegría de la Resurrección de Cristo este con Ustedes.
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